Casa Mira. Foto de www.casamira.es

Tiendas centenarias en el Barrio de las Letras

Desde el año 2006 el Ayuntamiento de Madrid homenajea a los establecimientos de la ciudad que hayan cumplido los cien años de servicio. Lo hace mediante la concesión de una placa dorada, diseñada por Antonio Mingote, que se suele colocar en la acera, junto la entrada. En ella se grafía el nombre del local y el año de su fundación.

En la actualidad, la capital de España cuenta con más de 160 establecimientos con estas características y, aunque la reciente crisis sanitaria ha obligado a algunos de ellos a cerrar sus puertas, otros “viejos locales” nuevos han ocupado su lugar entrando en tan exclusivo club.

Cada uno de estos locales representa un ejemplo de superación. La suya suele ser la historia de una única familia que hizo de su negocio, no sólo su medio de sustento, sino una marca de éxito que pudieran transmitir a sus hijos. En otros casos, los que tomaron el testigo de los pioneros fueron sus propios empleados. Todos ellos comparten unos principios de trabajo, dedicación y gusto por las cosas “bien hechas” que han llevado a sus establecimientos al Olimpo de los imperecederos.

Es estos establecimientos se aprecia el valor de la tradición, pero también el tesón imprescindible para para sobrevivir y adaptarse a los nuevos tiempos. Eso sí, por lo general, todos mantienen con escrupuloso respeto la decoración que les hace diferentes y que, en la mayoría de los casos, nos sigue sorprendiendo por su elegancia más de un siglo después.

El año 2021, el Pleno del Ayuntamiento de Madrid quiso seguir apoyando a todos estos establecimientos con la declaración de especial significación ciudadana e interés general para la ciudad. Se puso así de manifiesto la general voluntad que existe en la actual generación de conservar y cuidar lo que ya fuera apreciado por nuestros padres y abuelos.

Uno de los barrios que más establecimientos centenarios conserva es el Barrio de las Letras. Parece lógico que este barrio, donde las tabernas siempre han vertebrado la vida vecinal, haya conservado sus locales. Sin embargo, hoy no nos centraremos en los ejemplos de restauración que a todos nos vienen a la cabeza sino a los otros comercios centenarios que, siempre en el entorno de la Carrera de San Jerónimo, nos ofrecen dulces o la mejor moda.

Casa Mira: En 1842, el jijonenco Luis Mira, maestro artesano del turrón y visionario empresarial de su época, quiso probar suerte con sus turrones en Madrid. Desde su Jijona natal enfiló hacia la capital con un carro cargado de turrón del que tiraban dos burras. Se cuenta que tuvo que reiniciar su viaje hasta cuatro veces, ya que le compraban todo el género por el camino. A la cuarta intentona ya consiguió arribar con los productos necesarios para poder abrir su primera tienda.

Luis empezó su negocio de venta de turrones en un puesto en la Plaza Mayor. Tenía 21 años y todas las ganas del mundo para hacer de su negocio una referencia del turrón en la ciudad. Su tesón fue reconocido durante el reinado de Isabel II pues se convierte en proveedor de la Casa Real y mantuvo el privilegio durante tres generaciones de reyes Borbones.

Pero aquí no sólo se vende turrón, también es conocida esta casa por otras variedades de dulces como mazapanes, fruta confitada, polvorones o marrón glacé. La familia Mira sigue regentando el establecimiento, ya es la sexta generación de “Hijos sucesores de Luis Mira”, como reza la tipografía del rótulo que corona la fachada.

La fachada del establecimiento es un ejemplo de elegancia. Cuatro columnas de caoba noble talladas, organizan el lienzo en dos grandes vanos. El de la izquierda sirve de escaparate y marco a la puerta de acceso y el de la derecha alberga el escaparate principal donde se muestran los productos de esta fábrica de turrones, peladillas y mazapanes. Todos estos productos quedan expuestos en la antigua rueda giratoria, una de las últimas que aún se conservan en Madrid. Dentro todo remite a la estética y la vida de mediados de siglo XIX. Aparte de las vitrinas repletas de dulces, no se pierdan las elegantes columnas de forja que sostienen la viga de cuelgue principal.

La Violeta: La Violeta se fundó en 1915, en la Plaza de Canalejas, por la familia Gil, linaje de larga tradición confitera. Originariamente, la tienda no era de caramelos sino que se trataba de una pastelería llamada “El Postre”. Mariano Gil le cambió el nombre y empezó a vender aquí bombones, fruta escarchada, marron glacé y caramelos.

Desde el siglo XIX, se venden flores caramelizadas en todas las confiterías de Toulouse. No obstante, Mariano Gil no caramelizaba las flores sino que innovó creando unos caramelos basados en esencia de violeta. La Violeta es el único negocio que vende ese dulce original. Estos caramelos disfrutaron de tal éxito desde su aparición que ya es el caramelo que se asocia como típico de Madrid. Otros caramelos surtidos (fresa, naranja, limón, café, anís y menta) y los bombones de chocolate complementan la oferta de este paraíso del dulce.

Su escaparate sigue despertando la atención de cuanto peatón pasa por su lado. La portada de madera y los curvos escaparates de vidrio en la fachada conversan con los clásicos aparadores y expositores de un interior donde reina la bella lámpara.

Este establecimiento es historia viva del siglo XX. En años tan oscuros como los de nuestra Guerra Civil este establecimiento siguió abierto tratando de endulzar la vida de quienes la sufrieron. Cuentan también que cuando la reina Victoria Eugenia regresó a España, tras el exilio por la guerra civil para bautizar a su biznieto Felipe en el año 1968, ésta reconoció únicamente tres establecimientos: uno de ellos fue La Violeta.

Jacinto Benavente fue uno de sus adictos más incondicionales. Raramente dejaba de comprar una caja de 100 gramos de estos famosos caramelos cuando acudía a su diaria visita al café El Gato Negro. Quizá no haya unos caramelos más imitados que los de este local pero ninguno consigue dar con la receta que, por supuesto, es secreto de una familia que sigue regentando el local en su tercera generación.

Antigua Pastelería del Pozo: Se trata de la pastelería más antigua de España, oficialmente en activo desde 1830 aunque se sabe que ya en 1810 funcionaba como tahona. En 1900 pasa a ser propiedad de Julián Leal Charle, y ya son tres las generaciones de sucesores de Julián Leal que se han sucedido al frente del negocio.

Se encuentra en el número 6 de la calle del Pozo y toma su nombre de ésta. Se tiene la tradicional creencia de la existencia en esta calle de un pozo al que en el siglo XVIII se habrían arrojado dos espinas de la corona de Cristo, lo que provocó que su agua amarga tornase en dulce e, incluso, milagrosa.

La austera fachada de puertas de madera con cuarterones se asemeja a las de las tabernas del siglo XIX, que se pintaban en rojo o, como esta, en marrón oscuro, pero esconde tras sí un local que ha sido objeto de varias reformas, pero que ha conservado el mobiliario original, con un mostrador de mármol y madera, una máquina registradora de 1850 y una balanza clásica de dos platos.

Todo lo que ofrecen es de elaboración propia y artesanal. Aquí se puede uno avituallar con la mejor bollería o con sabrosas y exclusivas empanadas. Especial renombre tienen sus hojaldres, elaborados como antaño, con planchas de hojaldre rellenas de crema o cabello de ángel, también los venden salados. También destacan sus roscones de reyes, que venden todo el año, y por sus deliciosas torrijas de bizcocho.

Camisería Burgos: Desde 1906 las camisas a medida tienen un lugar de privilegio en Madrid. En la Camisería Burgos, una camisa a medida cuesta 200 euros pero, además, lo vale. Sus camisas nunca pasan de moda y, si se deterioran por el uso, se reciclan por muy poco dinero, duran, literalmente, toda una vida.

Su seña de identidad, aparte de la tradición es la extrema calidad de sus materiales y su factura. No en vano, es la casa que elabora las camisas para nuestro rey Felipe VI y su renombre traspasa nuestras fronteras. Burgos viste a los protagonistas de las películas de Woody Allen y al mismo cineasta, han confeccionado camisas para Orson Welles, Cary Grant, Picasso o para mujeres como Sharon Stone o la propia Ava Gardner.

En una época, la actual, donde las modas pasan, la calidad se subestima y todo se confecciona industrialmente, encontrar una camisería a medida que elige sus propios algodones, donde trabajan infinidad de costureras que toman las medidas y guardan los patrones para ocasiones futuras, es todo un lujo.

Este es uno de esos negocios que pasaron del dueño a sus trabajadores. Su actual responsable es Carmen Álvarez, nieta de Santiago Olave, cortador que algunos años después de la apertura compró el negocio a su jefe, Julián P. Burgos. Si alguien piensa que un negocio centenario no es capaz de adaptarse a los nuevos tiempos, le recomiendo que lea las críticas que, en internet, se hacen de esta camisería única.

Capas Seseña: Santos Seseña abre su primera tienda en 1901 en la Calle de Espoz y Mina, 11. En ese momento era una de las tantas que había por entonces en esa calle. En ese primer momento la casa tomó el nombre original de “Le Printemps”.

A principio de ese siglo, la capa era una prenda no sólo habitual, era casi obligatoria. Personajes como Pío Baroja o Valle Inclán elegían vestir las capas de esta casa. Ya en 1924, el rey Alfonso XIII decide encargar aquí capas para sí y para los infantes. Desde ese momento, hasta la actualidad, Capas Seseña ostenta el título de proveedor de la Casa Real. En 1927 se amplía la marca y se abre en la Calle cruz la tienda que aún disfrutamos en la actualidad.

Sus capas se van abriendo paso entre la alta sociedad española por el influjo de Tomás Seseña, hijo del fundador, y personaje fundamental en la historia de esta marca. En los años 60, tras fallecer Tomás, la casa pasa a manos de su viuda, Concha Díez que decide abrir el negocio a la moda femenina. Luego es su hijo, Enrique Seseña, quien se pone al mando.

Hay infinidad de historias que ligan las capas de Seseña con la alta sociedad y los eventos de todas las épocas. Luis Miguel Dominguín regala una capa de Seseña a Picasso y el genio se deja fotografiar con ella dando lugar a una de las imágenes más icónicas del artista. Al morir, su amigo y barbero Eugenio Arias le envolvió con esa capa en su tumba.

Por otro lado, Paquito Fernández Ochoa, cuando recoge su medalla de oro en Sapporo, porta una capa de esta casa, así como otra capa de este origen lució Camilo José Cela al recoger el premio Nobel de literatura en 1989.

En la actualidad, sólo se confeccionan en el mundo capas clásicas en esta tienda de Madrid. Eso sí, ahora pueden comprarse en cualquier lugar del mundo pues cuentan con una tienda de internet que fue de las primeras del país, inaugurada en 1998.

Fábrica de guantes Luque: Desde 1886. Este negocio nace en la misma Puerta del Sol y, poco después se traslada apenas unos metros a la Calle Espoz y Mina, 3. Presumen de tener “Guantes de todos los estilos, materiales y colores”. En 1912 Juan Antonio Luque se queda con el negocio y en 1927 registra su marca.

Este es otro ejemplo de tienda especializada en un único producto. En esta tienda sólo se confeccionan guantes, ningún otro complemento más. Su fama es internacional y hasta aquí se acercan los mejores diseñadores de todos los países para encontrar los guantes perfectos para completar sus creaciones.

Álvaro Ruiz, propietario actual, hereda el negocio familiar pero no de sus padres sino de sus tías abuelas. Su madre no siguió con la tradición que ahora él rescata. Es la tercera generación, salvando ese paréntesis, al frente de un negocio que se nutre de un oficio, el de guantero que está a punto de desaparecer.

La piel más utilizada es la de cabritillo nacional aunque en su interminable surtido, podemos disfrutar de pieles de España, Sudamérica, África y Suecia, la más cara.

Asomarse a su escaparate es hacerlo al mundo de la artesanía, el buen hacer y la moda. Si aún no sabes lo que es el glamour, prueba a enfundarte uno de sus guantes.

Escudos de Madrid

Es de sobra conocido que uno de los símbolos de la ciudad de Madrid es el oso y el madroño. Lo cierto es que esto no siempre fue así. El escudo de la ciudad ha pasado por distintos diseños y cada uno de ellos tiene su particular porqué.

El primer escudo que pudo haber tenido la ciudad de Madrid sería difícilmente reconocible por los madrileños contemporáneos. Está datado en algún momento anterior al siglo XIII y aquí no aparece ni oso ni madroño alguno, sino una piedra parcialmente sumergida en agua. A ambos lados de la piedra se aprecian dos chispas que surgen del frote con dos eslabones metálicos. De este modo, el escudo da fe de que la piedra en cuestión es sílex o piedra de pedernal.

Acompaña a tan extraño diseño una cinta a modo de orla con el texto “Sic Gloria Labore” (Esta es la gloria del trabajo) y en el soporte se puede leer “Paratur” que podríamos traducir como “preparada”. Para completar el conjunto consta otra leyenda que reza: “Fui sobre agua edificada – Mis muros de fuego son – Esta es mi insignia y blasón” que sin duda aludía a la presencia de numerosos manantiales en la villa y a la muralla medieval que estaba construida con piedra de pedernal. Hay quienes piensan que este escudo no fue real sino una recreación fantasiosa de la ciudad que hizo Rui González de Clavijo, embajador de Enrique III de Castilla, ante el gran Tamerlán de Samarcanda.

Sabemos que el rey Alfonso VIII concede el “fuero de Madrid” en 1202 y allí se le concede al municipio el disfrute de las tierras desde la villa hasta buena parte de la sierra. Esto pudo ser el desencadenante del escudo que llevaron los soldados madrileños que acompañaron a Alfonso VIII contra la taifa de Murcia en 1211. En este nuevo estandarte ya sí que aparecía un oso, pero no había árbol. Aparecía un oso rojo pasante (sobre cuatro patas) que caminaba sobre un pasto mientras lucía siete estrellas sobre su lomo. Parece que la presencia del pasto aludía a la propiedad de los terrenos entregados por el rey.

Hay bastantes leyendas que justifican que el oso se convirtiera en símbolo de la ciudad. Una de ellas alude al libro de la Montería encargado por Alfonso XI de Castilla donde afirma que Madrid es “un buen emplazamiento para el puerco y el oso”. No obstante, la historia que parece más fiable, y que además justificaría las siete estrellas de su lomo, afirma que los cristianos madrileños, ante la falta de hechos históricos o heroicos en la ciudad, se fijaran en su limpio cielo que permitía, de noche, distinguir sin problema la constelación de siete estrellas que forman el carro o la Osa Mayor. Si admitimos esta explicación como la real no estaríamos ante un oso sino ante una osa.

Yo doy validez a esta hipótesis porque se sabe que Madrid estuvo muy unido a la astronomía ya desde la época de dominación musulmana. El primer madrileño del que se tienen noticias fidedignas fue un musulmán llamado Maslama al Mayriti que vivió en el siglo X cuando Madrid formaba parte del Califato de Córdoba. Era un científico dedicado a las matemáticas y a la observación astronómica y sus avances en estos campos llevaron a la creación de una escuela de matemáticos y astrónomos en esta ciudad en el siglo XI.

Este nuevo diseño no cuajó como emblema de la ciudad. El fuero de Madrid engendró un conflicto entre el Cabildo eclesiástico y el Concejo de Madrid pues no quedó claro qué tierras correspondían a una u otra institución. Hubo veinte años de cuitas y por fin se acordó que la iglesia se apropiara de los pastos y tierras, lo que le garantizaba la ganadería, mientras los pies de árboles se reservaran para el Concejo.

El acuerdo en la distribución de las tierras llevó al Concejo municipal a modificar de nuevo el escudo en 1222. Se incorpora el árbol y se coloca la osa encaramada a él. Dejaba así de manifiesto el derecho del Concejo sobre los bosques, esto es, sobre su leña y sus frutos. Este tercer diseño se envuelve con una orla azul en la que constan las siete estrellas blancas que antes portaba la osa. Por otro lado, el Cabildo eclesiástico mantendría en su enseña el oso pasante sobre un prado, pero ya sin las siete estrellas.

En este nuevo diseño, queda claro que el árbol representado es un madroño pues los frutos rojos que cuelgan de sus ramas parecen atestiguarlo. Pero parece poco probable que este árbol se eligiera por ser abundante en la ciudad. El madroño es un árbol mucho más aclimatado a la zona del mediterráneo donde la climatología le es más propicia. Mi percepción es que la elección del madroño se hizo por el color rojo de sus frutos que, con el fondo verde del follaje del árbol, destacan a simple vista. Sabiendo que el Concejo cambia el escudo para reivindicar su posesión de los frutos del bosque, no me parece descabellado.

Hay quienes justifican la elección del madroño porque sus frutos y hojas servían de remedio contra la peste y la lepra en la Edad Media. Aparecer ante las otras ciudades como lugar donde poder protegerse de esas enfermedades también podría justificar su elección.

Este diseño de la osa y el madroño fue el que, definitivamente, identificó a Madrid hasta el siglo XVI. Las variaciones del mismo eran de orden menor, por ejemplo, en 1544 se le pide al rey Carlos I la merced de portar una corona real en sus armas y le fue concedida. En un primer momento se colocó la corona justo encima de la copa del madroño pero en el siglo XVII la corona abandona la figura central del escudo y se coloca fuera de la orla, en su parte superior. En la orla azul que enmarca el escudo las siete estrellas de distribuyen con tres a ambos lados y la última centrada en el punto inferior.

El año 1842 se decidió que la ciudad adoptase un nuevo blasón. Quizás debido al interés que despertaba en tiempos del Romanticismo todo lo relacionado con la Edad Media y los tiempos pasados, se decide añadir al escudo un símbolo de la ciudad que, en su momento, se decidió no tener en cuenta.

Según López de Hoyos, en junio de 1569, ocho años después de que Felipe II decidiera que la villa fuera residencia permanente de la corte, apareció durante el derribo de la cerca medieval un sillar de piedra berroqueña en la que estaba labrado un fiero dragón como el que solían lucir en la antigüedad las banderas de los griegos.

Este sillar se encontraría en una zona superior de la muralla, no muy lejos de Puerta Cerrada. El hecho en sí ponía el foco en la desconocida antigüedad y nobleza de la villa de Madrid. De este modo se refrendaría la decisión real, pues tan noble pasado bien merecería la consideración del monarca como ciudad elegida por la corte.

Se decidió, por tanto, que el escudo municipal también se hiciera eco de este hecho y se decide dividir el escudo en tres campos: uno con el oso y el madroño, otro con un grifo (especie de dragón con cuerpo de león y alas de águila) y, en la parte inferior, una corona cívica con hojas de roble concedida a la ciudad en 1822. La corona real se mantendría sobre el conjunto como en el diseño previo pero ocupando, esta vez, todo el ancho del escudo.

Esta insignia se usó hasta la llegada del siglo XX en el que se vuelve al emblema simple del oso y el madroño como antes de la anterior variante. Sólo se producen dos cambios mínimos en 1967: la corona superior se aplana y ocupa todo el ancho y la séptima estrella pasa de la parte inferior a la superior.

En el siglo XXI se decide hacer del escudo la imagen corporativa del ayuntamiento. Junto al escudo monocromo en blanco sobre fondo azul aparece la palabra MADRID o ¡MADRID! cuando se trata de fines turísticos

Es interesante hacer un recorrido por el Madrid histórico viendo las diferentes variantes de este escudo. Son de destacar los escudos labrados en piedra de la antigua Casa del Pastor en la calle Segovia o el de la fuente de la Plaza de la Provincia junto a la Plaza Mayor. De igual modo, si alguien tiene la oportunidad de acceder, es meritorio el escudo del siglo XIX representado en la vidriera que cubre el Patio de Cristales de la Antigua Casa de la Villa de Madrid.

En cuanto a la escultura del oso y el madroño que aún se aprecia en la Puerta del Sol, baste con decir que fue inaugurada un 10 de enero de 1967 y es obra del escultor Antonio Navarro Santafé. La estatua se erigió en el lugar que ocupa en la actualidad pero entre 1986 y 2009 se situó al comienzo de la calle del Carmen debido a las obras que bajo la alcaldía de Tierno Galván se acometieron en la plaza. La congestión de la citada calle recomendó que la estatua volviera a su localización actual.

Es habitual ver a quienes se dejan hacer fotos junto a la osa y el madroño y, extrañamente, en los últimos años hay quienes se fotografían tocando una de la patas del oso que, por el roce, aparece con otro color que el resto del bronce de la escultura. He oído decir que es una forma de asegurarse volver a Madrid en un futuro así como lo es volver a Roma si lanzas monedas a la Fontana de Trevi. Cosas veredes amigo Sancho…

La Leyenda Negra en la conquista de América

Con nuestra visita guiada Bulos de la Leyenda Negra ha quedado constatado el interés que, ya era hora, suscita la leyenda española entre las víctimas de la misma: los propios españoles.

Es por eso que ampliamos la oferta de visitas guiadas para profundizar en tan importante asunto. Nuestra nueva visita Bulos de la Leyenda Negra. Parte II  se adentra en los aspectos de la Leyenda Negra que en los últimos años se están aireando desde ciertos ámbitos de la sociedad española para vituperar la actuación de España en América.

La visita comienza, como no, desde los Jardines del Descubrimiento junto a la Plaza de Colón. Allí explicaremos de dónde viene el movimiento indigenista, en qué ha derivado y qué se nos oculta sistemáticamente de las civilizaciones precolombinas. Intentaremos comprender lo que significó el Descubrimiento en la sociedad de la época y justificaremos que el 12 de Octubre de 1492 no es ninguna fecha de la que avergonzarnos sino, al contrario, la fecha de la llegada de la Civilización a América.

La visita girará en torno a tres personajes que protagonizaron la gesta del descubrimiento: Cristóbal Colón, Isabel I de Castilla y Hernán Cortés. Trataremos su participación en la gesta del descubrimiento, poblamiento y pacificación de América. Sin ocultar las sombras, que las hubo, de los primeros años tras el descubrimiento, pondremos el foco en las mucho más numerosas luces de la actuación de España. La tarea de incorporar América a la Historia universal supuso avance intelectual y humanístico sin igual que se materializaron en las Leyes de Indias y la inteligente estrategia de Hernán Cortés para someter al sanguinario Imperio Azteca.

Lo que supuso el Imperio español para el devenir mundial sólo puede comprenderse mediante la comparación con las colonias portuguesas, inglesas, holandesas o francesas. En este paseo tendremos también tiempo para analizar la actuación de esos países y descubrir que, lejos de ser el azote de los nativos, fuimos los únicos defensores de sus derechos.

Desde la América anglosajona se ha avivado también la hoguera de la Leyenda Negra. Con esta visita aprenderemos por qué, cómo y cuándo lo hicieron. Revisaremos hechos históricos como las guerras de independencia americana. Analizaremos quiénes motivan, apoyan y promocionan la segregación de la América española en pequeños estados desunidos que quebraron la paz que durante siglo procuraron los españoles y, para acabar, trataremos la figura de Simón Bolívar, vecino de esta villa al principio del siglo XIX, que se casó en el barrio de Chueca antes de convertirse en el «libertador» apoyado por la masonería.

En definitiva, durante dos horas hablaremos de América, lo que allí hicimos y el legado que dejamos. Intentaremos entender, y no descontextualizar, los hechos que protagonizamos como nación y cada uno sacará sus conclusiones. Todo esto lo haremos mientras disfrutamos de las calles de los Barrios de Salesas Reales y Chueca, de los más elegantes de la ciudad, y de Malasaña, sin duda el barrio más animado de Madrid en fin de semana. Si lo que aquí ha leído le interesa y desea contar con argumentos irrefutables para confrontar a quienes menosprecian la labor de España en América, cuente con nosotros.

Bulos de la Leyenda Negra

Panoramad presenta una nueva manera de mirar a nuestra historia en forma de visita guiada. Nuestro empeño de ofrecer siempre algo distinto nos ha llevado a elaborar una nueva visita con la que nos alejamos de los parámetros habituales. Durante aproximadamente dos horas nos adentraremos en el barrio de las letras y el Madrid de los Austrias con unos nuevos ojos.
Esta vez descubrimos en nuestra ciudad aquellos escenarios donde se forjó nuestra identidad. Con la perspectiva que da el paso de los siglos y con espíritu crítico y constructivo, hablaremos acerca de lo que en estos rincones pasó y cómo lo interpretaron quienes de España sólo querían aprovecharse.
Sin escatimar datos, hechos comprobados y comparaciones desapasionadas con las otras naciones en su época pondremos en contexto todo lo que se nos ha achacado como nación. Intentaremos comprender el origen de las críticas y el porqué de las mismas.
Sólo es posible llegar a la objetividad analizando la historia en su conjunto y contexto. Huiremos de desafortunados moralismos que tratan de enjuiciar hechos pasados con la mentalidad actual. Trataremos el equilibrio de fuerzas entre distintos imperios y la propaganda utilizada para minar al adversario y, cómo no, identificaremos a aquellos adversarios que tanto entonces, como ahora, se benefician de la leyenda negra para lograr sus objetivos.
Vivimos una época de continuo revisionismo histórico. Todos aceptamos que la Historia la escriben los ganadores y que éstos suelen justificar sus excesos mediante la demonización del enemigo abatido, pero pocas veces sabemos discernir qué de lo que hemos aprendido corresponde a la realidad y qué a la leyenda.
La aparente intangibilidad de hechos pasados lleva a la creación de lecturas alternativas de la historia y, en el caso español, así como existe la leyenda negra es obvio la creación de una leyenda áurea alternativa que no es el objetivo de esta visita. Con la máxima objetividad posible comprenderemos que se puede desenmascarar una mentira simplemente con la verdad objetiva, sin exageraciones.
Si desea salir de la monotonía con una interesante e instructiva visita guiada al aire libre, cuente con nosotros.

El Palacio Real de Madrid

Una de las visitas obligadas en Madrid es, sin duda, el Palacio Real. Antes de acercarse a disfrutar de su arquitectura, su historia, sus frescos o sus tapices es necesario tener en cuenta algunas cuestiones.

Es necesario recordar su horario, que no es siempre el mismo. En invierno, de octubre a marzo, abre de 10 a 18 h. En verano, de abril a septiembre, el horario es de 10 a 20 h.

Abre casi todos los días pero no todos. Los días de cierre son el 1 de Mayo y el 25 de diciembre y todos aquellos días que por eventos oficiales del monarca sea necesario el cierre. Hay que estar atentos a estos últimos porque se suelen avisar con poco tiempo de antelación .

También hay días del año en los que está abierto pero fuera del horario habitual. El 31 de diciembre estará cerrado a partir de las 15 h. y el 12 de Octubre (día nacional en España) abre de 17:30 a 22 h.

No siempre hay que pagar para acceder al Palacio. Todos los días hay entrada gratuita las últimas dos horas de apertura. Se suele formar, junto a la entrada, una cola para guardar el turno de entrada unas tres horas antes del cierre. El gran inconveniente es que en este horario hay, lógicamente, más turistas. Recuerda que sólo se dispensan entradas hasta una hora antes del cierre.

Las entradas se pueden comprar en taquillas del Palacio el mismo día o se pueden comprar por adelantado a través de su página web. En este segundo caso se elige por adelantado la hora a la que queremos acceder al Palacio. En la entrada del Palacio se organizan dos filas: una para los turistas que ya compraron entrada y otra para quienes quieren comprar tickets. No siempre comprar entradas por adelantado significa esperar menos tiempo en la cola. Suele suceder que la cola más larga, a primera hora, sea la de clientes con entradas ya comprada. Ténganlo en cuenta.

Si desean una visita guiada en el Palacio con un guía oficial pueden reservarlo aquí. Siempre es esta la mejor forma de conocer los detalles del Palacio. En este caso no hace falta dirigirse al acceso común para los turistas. Los guías oficiales tienen una acceso exclusivo para sus clientes o grupos donde siempre se pueden comprar la entradas en el acto.

Si lo que desea es visitar el Palacio Real sin grandes aglomeraciones la mejor hora para empezar la visita es dos horas antes de que la entrada sea gratuita. A partir de esa hora, se asegura menos turistas en los salones de palacio pues muchos esperan a que la entrada sea gratuita y entrarán más tarde.

Otro motivo para visitar el Palacio es para asistir a su cambio de guardia. En las naciones de Europa que cuentan con monarquía suele ser una atracción turística diaria. Sin embargo, el cambio de guardia en Madrid no es diario. Los reyes ya no viven en este palacio sino en el Palacio de la Zarzuela, lejos del casco histórico, y este cambio de guardia no es real sino una representación del último cambio de guardia que se dio en Palacio en los años 30. Sólo los miércoles y los sábados hay cambio de guardia en Madrid. La encontrará en la Puerta del Príncipe, en la fachada de la Plaza de Oriente.

Mucho más espectaculares y recomendables es el relevo solemne de la guardia real el primer miércoles de cada mes en la Plaza de la Armería, frente a la entrada principal del Palacio. El evento dura 50 minutos y desfilan los alabarderos, lanceros, militares… y todo amenizado por un concierto de la Unidad de Música en la Calle Bailén. La asistencia al cambio de guardia y al relevo solemne es gratuita.

¿Aún le quedan dudas acerca de la visita al Palacio Real? Entonces escríbanos a info@panoramad.com y le ayudaremos con gusto.

Excursión a Toledo

Muchos visitantes nos preguntan, estando en Madrid, si merece la pena hacer una excursión a Toledo y cuál es la mejor manera de llegar allí. Nosotros siempre contestamos lo mismo, Toledo es una ciudad fascinante, no en vano es desde 1986 Patrimonio de la Humanidad, y la cercanía de Madrid permite una conexión inmejorable.

Qué ver en Toledo en un día de excursión.

La mezcla de culturas que se dio en Toledo ha cristalizado en forma de bellos edificios, plazas y rincones. Romanos, visigodos y musulmanes han dominado la ciudad. Judíos, musulmanes y cristianos poblaron la ciudad en la edad media por lo que Toledo es conocida como la ciudad de la tres culturas. Aún en la actualidad, no muy lejos de la impresionante Catedral Primada, se pueden encontrar mezquitas como la del Cristo de la Luz, sinagogas como la del Tránsito o Santa María la Blanca o un extenso ramillete de iglesias de entre las que destacamos la Iglesia de Santo Tomé por exponerse ahí el Entierro del señor de Orgaz, el más famoso cuadro de Doménikos Teotokópulos El Greco, a la sazón vecino de ese barrio de la ciudad. El Greco fue el artista que más se ha identificado con la ciudad y su huella perdura en el Museo del Greco, recreación de lo que pudo ser, en el siglo XVI la vivienda del insigne griego. A nuestro entender el edificio más bello del estilo Reyes Católicos jamás construido se encuentra en Toledo, el Monasterio de San Juan de los Reyes donde, aparte de su bello claustro, destaca la iglesia que podría haber sido el panteón de los Reyes Católicos de no haber decidido descansar en la bella ciudad de Granada.

Transporte hacia Toledo desde Madrid

En coche se puede llegar a Toledo desde Madrid por la A-42 en una hora aproximadamente. Un poco más se tarda en llegar a la ciudad en un autobús de ALSA desde la Plaza Elíptica.

Sin embargo, ninguna de estas dos opciones se puede comparar, en la actualidad, a la rapidez y comodidad de llegar a Toledo en Tren de Alta Velocidad (AVE). Desde la estación de Atocha llegará a la bella estación de Toledo en unos 35 minutos. Otra ventaja que ofrece el AVE es contar con asiento asignado y una buena frecuencia de trenes lo que no evita a veces, debido a la alta demanda, que sea aconsejable comprar los billetes por adelantado. Nuestra recomendación es comprar a la vez la ida y la vuelta y no dejar esta última abierta a última hora pues es posible que los trenes de vuelta estén completos el mismo día del viaje.

Horarios de ida de Madrid a Toledo: 09:20 h., 10:20 h., 11:20 h. y 12:20 h.
Horario de vuelta de Toledo a Madrid: 16:20 h., 17:20 h., 18:20 h., 19:20 h. y 20:30 h.

Una buena manera de ahorrar dinero en la visita a Toledo es contratar la Toledo Card que ofrece, además de los billetes de ida y vuelta en AVE, entradas a atracciones y una visita panorámica y fotográfica alrededor de la ciudad en autobús. La posibilidad de apreciar la ciudad de Toledo con perspectiva desde los cigarrales es toda una delicia.  Las atracciones que compone el paquete de esta tarjeta son la Catedral Primada, La sinagoga de Santa María la Blanca, la iglesia de Santo Tomé y el Monasterio de San Juan de los Reyes. Desde el punto de vista del ahorro es muy atractiva pues todo lo ofrecido, por separado, excede con creces el precio de la tarjeta. Pero las ventajas van más allá del precio, quienes con esta tarjeta visiten la catedral no tienen que hacer cola a la entrada.

Visitar Toledo desde Madrid es una experiencia imborrable al alcance de cualquier bolsillo. Es factible la visita relajada a la ciudad por cuenta propia. Si, de otra manera, desean una visita a la ciudad de Toledo con nosotros, podemos encargarnos del transporte y de las reservas en los lugares a visitar así como, eventualmente, de su paquete de Toledo Card. Nos adentraremos en el corazón de la ciudad y, además de explicarles sus principales atracciones, nos dejaremos embrujar por sus estrechas calles y los embriagadores olores de sus mazapanes disfrutando de sus animadas tiendas de artes medievales repletas de espadas y damasquinados. Contáctenos y díganos cuándo y a qué hora.

El perfecto atuendo para el clima de Madrid

Mucha gente se pregunta qué tipo de ropa llevar en la maleta en su viaje a Madrid. Nuestra ciudad cuenta con con clima continental y, por lo tanto, es una ciudad de extremos climáticos y contrastes. Durante el año podemos tener noches invernales bajo cero y días veraniegos con más de 40 grados centígrados. Los extremos se pueden dar el mismo día y no es extraño encontrar en Madrid días con variaciones de 20 grados de temperatura el mismo día.

Pero el clima de Madrid también tiene su lado amable. Madrid es la capital europea con más horas de sol al año. Aquí no suele llover mucho, no más de 59 días al año de media, y cuando llueve, suele llover por poco tiempo.

A la hora de hacer la maleta es necesario tener todo esto en mente y adaptar nuestra vestimenta a cada época del año. Aquí les dejamos unos cuantos consejos

En invierno: Las temperaturas se mueven entre los 3ºC y 16ºC. Madrid es una ciudad no muy húmeda por lo que el frío seco se lleva un poco mejor pero no olviden que por la noche puede helar, al menos, en los días más fríos de enero o febrero. Al mediodía suele estar soleado aunque el sol no caliente muchísimo. Hay que tener precaución con el viento que puede hacer  que la sensación térmica sea de más frío, sobre todo, en la inmediaciones del Palacio Real, que se sitúa junto a un barranco. Llueve no más de 16 días en estos tres meses. No se preocupen por la nieve, suele nevar un día al año en Madrid y, a veces, ni eso.

En esta época no escatimen con la ropa de abrigo si se deciden por un tour con nosotros, al menos por la mañana. Un buen abrigo con capucha, por si llueve, basta. Quizás no sea tan necesaria al mediodía pero la volverá a agradecer cuando el sol vuelva a estar bajo y de noche. Debajo hará falta un jersey y unos buenos vaqueros bastan. Las señoras sobrevivirán con vaqueros o falda con medias o, si son más frioleras, leotardos. Gorros de lana, bufandas y demás complementos lo dejamos a su elección. Zapatos cerrados, cómodos e impermeables.

En primavera y otoño: Por supuesto son éstas las mejores estaciones para disfrutar del tiempo de Madrid. En estos tres meses las temperaturas oscilan entre los 6ºC y los 28ºC que se alcanzan en junio o principio de septiembre. Puede que llueva, unos 38 días en esos seis meses, y parece una tradición que algún día de mayo, cuando la ciudad se lanza a la calle, llueva. El tiempo es por lo general muy benigno pero todo puede cambiar de la noche a la mañana.

En primavera y otoño recomendamos ropa de entretiempo pero, también algo de invierno y de extremo verano, por si las moscas. Una chaqueta ligera o un chaleco suelen bastar, con el jersey puede complementar la protección frente al frío según convenga y los vaqueros siguen siendo una buena opción aunque puede ser que algún día sean demasiado calurosos y necesitemos pantalones finos o bermudas. Las señoras pueden elegir si vestir falda o vestidos ligeros pero siempre con un plan B contra el posible frío en la maleta. Zapatos cómodos y ligeros, zapatillas de deporte o sandalias.

En verano

Was ziehe ich im Sommer in Madrid an?

En verano basta con llenar la maleta de prendas ligeras y cómodas.

Es la mejor época para elegir atuendo pero quizás la peor para disfrutar el tiempo. Les va a hacer calor, seguro. Puede ser que haya alguna tormenta de verano pero poco más. No llueve más de seis días en esos seis meses. La segunda quincena de julio y la primera de agosto son un infierno, podremos llegar a los 40 grados. Las noches son mucho más llevaderas, con mínimas de 16ºC.

Con estas condiciones ya supondrán que le recomendaremos lo más fresco de su armario. Bermudas y camisetas de manga corta para ellos y vestidos y faldas para ellas. Sandalias y chanclas para los pies. Si quieren disfrutar la noche pueden prever algo más elegante para las cenas, pero tampoco mucho, el verano es para disfrutar y lucir tipo.